Los escuché hablar. Al principio era sólo un murmullo, por eso no estaba segura. Luego lo oí claramente, pensaban deshacerse de mí. No lo esperaba, la decisión me tomó por sorpresa. No se molestaron en ocultarlo, ni dismular delante mio. Claramente manifestaron que supe tiempos mejores, y era hora de hacer algunos cambios, entre los cuales yo ocupaba un papel fundamental. Me sentí humillada, que poco valor daban a mi presencia, años de sostén, de apoyo, sin una queja cuando me aplastaban, o me pisaban despiadadamente. A veces eran varios juntos, y jamás me escucharon rechinar. Ni hablar de mi calidad indiscutible y años de servicio.
Pensé que debía darles una lección, por eso esa noche, cuando Carla se acostó sobre mí, con leves crujidos de mi noble madera me la tragué de un sólo bocado. No me remordió la conciencia y ni siquiera fue la primera vez ...